08 marzo 2009

La pedagogía no sabe nadar...


Después de una semana de trabajo en Sólbúar, puedo hacer un pequeño balance...

El trabajo consiste, básicamente, en vigilar que los niños no se maten.

Siempre he sido muy crítica con la pedagogía y todos sus rollos, los que me conocen lo saben; pero como profe que soy, (o eso me considero humildemente, después de todo lo que he tenido que estudiar, y practicar con los más salvajes de cada centro), creo que lo de este país no tiene nombre...
El centro está dividido en varias salas, como ya expliqué. Cada día, un monitor está encargado de vigiliar una de ellas. Lo que hacen los monitores es, simplemente, coger un libro, sentarse en una silla y pegarse cuatro horas leyendo, y como mucho, pegando algún grito que otro a los niños cuando éstos se desmadran demasiado. El primer día, cuando ví esto, se me cayeron los palos del tambalillo...
Entiendo que es un centro de tiempo libre, y que no sería lógico poner a los niños a recibir clases, que para eso ya está el colegio. Pero no me cabe en la cabeza cómo se puede organizar una institución así y no dotarla de unos mínimos planteamientos didácticos. Se puede entretener a los niños de mil formas distintas, se pueden organizar juegos y actividades de muchos tipos y con diferentes finalidades...pero esta gente simplemente no hace nada con ellos. Dejan pasar las horas hasta que los padres vienen a recogerlos.
Veo a muchos niños aburrirse. Cuando llevan una hora o dos allí y ya han recorrido todas las salas, ya no saben dónde meterse, ni qué hacer. 
A mí me quema la sangre ver esto. Y me siento impotente porque tengo la barrera del idioma, y me es harto difícil comunicarme con los críos. Si puediera hablar con ellos, no me sentaría en una silla a ver pasar las horas...
El simple hecho de ponerse a hablar o a jugar con ellos es una actividad que los chavales agradecerían muchísimo. Y tampoco entiendo cómo puede una persona trabajar con niños y no tener la necesidad de hacer cosas con ellos. Como digo, si yo puediese hablar con ellos como lo hago en español, inventaría todo tipo de actividades para que no pasaran ni un minuto aburridos...
Así que, después de una semana leyendo, (en mi caso estudiando islandés, a ver si alcanzo un nivel que me permita explicarles algunas cosas a los niños y tener conversaciones básicas), el viernes fui al jefe y le dije que quiería hacer algo con ellos. Le planteé organizar un taller de manualidades, ya que lo del español veo que es imposible, dada la organización y las características del centro (y eso que se supone que me contrataron para eso). Le pareció muy bien la idea, y me dijo que los lunes podría hacerlo. Yo le contesté entonces que si era posible hacerlo más días, todos los que pudiera... y se quedó medio muerto. '¿Más días?' -me dijo- ¿pero tienes suficientes recursos como para hacer cosas más días a la semana?... En fin, yo no quería parecer una sabihonda, pero en esos momentos, me dieron ganas de decirle que no sólo yo, sino que cualquier adulto medianamente inteligente, sabría buscar recursos e ideas para hacer cosas con los críos, si hace falta, todos los días de la semana... Sólo con meterse en internet es suficiente. 
El final de la conversación fue que podía motar el taller de manualidades, pero que me esperase un par de semanas, pues los niños tienen programado ir a Idol, un programa de televisión parecido a un karaoke, donde los alumnos de un colegio van a cantar y gana el que mejor lo hace. Total, que los niños deben ensayar sus canciones en el Sing Star, y claro, tienen que centrarse en eso... :P  Nunca jamás hubiese esperado una respuesta así, jamás...

Así que mi sensación tras una semana de trabajo en Sólbúar es que me aburro...me aburro mucho. Para poder coger a una decena de niños, darles unas fotocopias y que coloreen, tengo que concertar una cita con el Papa de Roma...

Les falta imaginación. Pero mucha. Y les falta también iniciativa, ganas de hacer cosas, y también formación. Y una de las señales de esto, es que no hay en todo el centro una sola colección de juegos didácticos. No hay un solo ajedrez (se supone que el deporte nacional), ni dominó, ni puzzles, ni nada parecido. Hay Barbies, hay casitas de muñecas, coches de juguete, pelotas (con las que además, pueden hacer el bestia todo lo que quieran), una piscina de bolas, muñecos clics de playmobil, y una sala de pintura donde hay muchos materiales, pero donde nadie dirige a los niños para que hagan nada, por lo que entran, hacen un par de rayajos y cuando se aburren se van... 

Puede parecer un trabajo envidiable, pero cuando no haces nada, las horas se hacen interminables. Y estar 4 horas rodeada de críos gritando, dando balonazos, peleándose, llorando y subiéndose por las paredes...pues cansa mucho, y da muchos dolores de cabeza. Y es lógico que los crios hagan esto, pues yo me desespero por no hacer nada, pero es que ellos también. 

Ojalá me dejen hacer el taller todos los días de la semana, y al menos me sentiré útil...

Pero no me puedo quejar. Al menos, tengo trabajo...  :)  Y seguro que irá a mejor en cuanto pueda hablar con los chavales... Tengo ganas de entender qué es lo que me cuentan...jejeje...