23 mayo 2009

Contagiando mi locura


Hace un par de semanas, mi hermana y 13 amigos más vinieron a Islandia de viaje. Le dieron la vuelta a la isla en una furgoneta enooorme, y yo les acompañé la mitad del viaje, hasta Egilstadir, pues el trabajo no me lo permitía más. 
Y es alucinante ver Islandia a través de los ojos de los que la descubren por primera vez...
Ver su felicidad absoluta al empezar cada día un tramo nuevo del viaje por esta tierra inimaginable... Y sus caras de asombro al descubrir sus maravillas, cada vez diferentes y que cada vez se superan... 
Después de varios años hablando de esta isla con toda mi euforia, es un placer sentirse comprendida por más gente. Ya no me siento como una loca obsesionada junto con Borja,... Islandia es así, no soy yo, Islandia vuelve loco... 
Ahora tengo en España a 14 pequeños obsesos con La Isla, que cada día la recuerdan y la añoran...
La magia de los parajes, la solitaria y extraña forma de vida en los pueblos y granjas, las estancias en lugares como Ósar o Húsey.... siempre Húsey...Húsey...Húsey... El mundo entero, con todos sus problemas y su tecnología y sus comodidades, me sobra cuando estoy en Húsey, y me quedaría allí de por vida... ¡Cómo envidio a Örn!!! 
Islandia te abre una parte del cerebro que tenemos dormida. Una vez despierta, no puedes apagarla de nuevo, y siempre querrás regresar para sentir ese cosquilleo en todo el cuerpo... 

Pero esta experiencia también me ha servido para observar cuán españoles somos los españoles... Para bien, y para mal...
Para bien por que la alegría y el optimismo de un español, por norma general, es mayor que la de cualquier otro europeo, pero más aún cuando van empandillados... Una broma tras otra, una risa tras otra... Ni siquiera los grupos de islandeses de 15 ó 17 años se comportan así, (siempre tan serios...). Los españoles llevamos en la sangre la cultura del cashondeo. Cualquier excusa y momento es bueno para bromear y hacer reir... Siempre riendo, siempre riendo... y eso es bueno. Al menos para mí, es la sal de la vida... 
Lo malo es... ¡¡¡lo escandalosos que somos!!! Nuestro tono de voz, nuestro gusto por gritar aunque no sea necesario, nuestras onomatopeyas y nuestra costumbre de hablar todos a la vez, y de hacer callar al otro aumentando nuestro tono de voz... Hemos sido la pesadilla de los viajeros que coincidían con nosotros en los hostels. No les hemos dejado dormir, y hemos invadido los espacios comunes haciéndolos nuestros. Cierto es que éramos 15, y que si estábamos en un salón o en la cocina, lo llenábamos todo... Pero pegar gritos desde una punta de la casa a la otra también es invadir el espacio... Realmente, no tiene una excesiva importancia, pues todos estábamos de vacaciones, pero deja claro ese desorden ordenado que vivimos en España y que tanto nos diferencia de los demás europeos. 
Al final, todo ha salido a la perfección, pero a base de gritar y gritar, para hacerme oír entre un gallinero de conversaciones. Ha sido mmmmmuy divertido, para nosotros, claro... 
Mi conclusión al respecto, es que la fiesta es inherente al español, y que la seriedad se restringe a las cosas realmente serias. Todo lo demás es objeto de cachondeo. Y está comprobado que la vida puede vivirse así, pues España es la octava, novena o décima potencia mundial, y tenemos más fiestas que nadie... :D  
Va por vosotros, chicos:   ¡¡¡Soooomos una manada de Peeeipos....!!!!   ¡Viva España!!!!   Jajajajajajaja...!!!!

16 mayo 2009

Bless, bless, nótt...


Desde hace unos días, ya no existe la noche en Islandia... Adiós, noche!
Tras haber sufrido un par de meses de oscuridad, donde la noche duraba casi 20 horas, hemos pasado, sin apenas darnos cuenta, al día perpetuo, y con ello, a la perpetua actividad... 
Cuesta meterse en la cama cuando, en el momento que debes dormir, comienza a dar el sol en tu ventana...
Mi habitación está orientada hacia el norte total. Durante el invierno, ni un rayito de sol se colaba por mi ventana. Tanto quejarme de su falta, que parece que me ha oído, y ha decidido que la noche es el mejor momento para visitarme. Desde 9 de la "tarde" hasta las 7 de la mañana se pasea frente a mi ventanal... A ver quién es el guapo que se acuesta así!!! 
Hay mucha menos luz en mi habitación durante el día que por la noche...ufff!!! 
Y todo aquello que siempre había oido de los islandeses sobre su hiperactividad veraniega, lo estoy sufriendo en mis propias carnes... Me cuesta meterme en la cama, me cuesta dormirme, y cuando abres un ojo en medio de la "noche" y ves que hay tanto sol como a las 12 del medio día en España, pues te planteas levantarte y darte un paseo, ponerte en marcha..., de todo menos dormir...
Esta semana no he pasado de las 5 horas de sueño al día, y realmente no me encuentro cansada. Creo que cuando vuelva a España, pasaré dos dias durmiendo sin parar para compensar...  
Pero como todo, también tiene su parte buena. Y es que las luces de la noche no tienen comparación. Que mi ventana dé al norte me permite disfrutar de unos paisajes espectaculares. Cada rato cambia la dirección de la luz, la iluminación de las nubes, los colores de las montañas y del mar... El cielo se pone de todos los colores posibles, menos negro. En lo más bajo del horizonte aparece un rojo fuego, seguido de todas las tonalidades de naranja y amarillo, hasta llegar, incomprensiblemente, a un azul tan intenso como el de la base de una llama, un azul encendido, en miles de intensidades. 
Aparece una extraña calma, una quietud sobrenatural, como si la paz hubiese llegado al mundo de golpe y todos se hubiesen echado a dormir menos tú...
Me gustaría dormir de día y estar despierta durante la noche, para no perderme ese espectáculo sobrenatural. 
Me gusta pensar que esa luz que me ilumina de madrugada, está haciendo levantarse a los chinos, a los australianos, a los indios, a la gente que está del otro lado del mundo. Gente que está tan lejos y que puede mirar el mismo sol que yo, al mismo tiempo... 

Y sí, lo de la hiperactividad es cierto. Durante el invierno, la ciudad se paraba a las 8 ó 9 de la noche, los coches dejaban de pasar de golpe, no se oía ni un murmullo. Ahora es diferente. Puedes ver gente paseando al perro a las 4 de la mañana, o en bici, o en coche (¿dónde irán...?). 
Mi compañero de piso islandés es buena prueba de ello... Hace varios días que no le veo, sólo le oigo, porque llega a casa muy de madrugada y a las 7 se levanta y se va de casa. Tiene las pilas cargadas por todo lo que ha dormido y dormitado en el oscuro invierno. 
Es un oso, que despierta con la primavera. Y así me siento yo un poco también.